Mayo 10 2017
La imprescindible reforma de la social democracia en Euskal Herria
La justicia social, los derechos humanos y la lucha por una profundización en el sistema democrático desde dentro son valores y formas de actuar políticas que ha defendido la social democracia prácticamente desde su fundación. Esta lucha sin embargo ha quedado hueca de representatividad social en la actualidad por el abandono de la reforma del sistema y la adopción de políticas económicas neo liberales. En Euskal Herria también hemos vivido esta deriva hacia la cartera de la social democracia.
Si bien su origen conceptual, consistía en alcanzar el socialismo desde la reforma del sistema desde dentro, en la praxis política se impone la eficacia del sistema social demócrata con respecto a otros, por su capacidad de lograr importantes cuotas de justicia social, a través del reparto de la riqueza y la adopción de convenios colectivos para la clase trabajadora, el desarrollo de los servicios sociales como la sanidad y la educación, la implantación de políticas públicas para la protección del medio ambiente, el desarrollo de las políticas de igualdad y de los derechos individuales de la mujer (aborto, divorcio, gestación subrogada…) y en general, la democratización de la sociedad mediante la implantación de los sistemas parlamentarios.
Si los éxitos de la social democracia son incontestables desde el punto de vista histórico, ¿Qué es lo que ha llevado a los partidos social demócratas a la debacle entre aquellos grupos sociales que se suponía eran sus principales y más fieles bolsas de votantes? Sin duda hay dos cuestiones principales en torno a las que gira esta debacle: la falta de legitimidad democrática y el impulso de políticas económicas basadas en la gestión individual del beneficio.
La legitimidad democrática es herida gravemente cuando los programas electorales tienen una aplicación casi opuesta en el ámbito de la gestión política en su implantación y desarrollo. Además sufre heridas mortíferas cuando las personas que están en política caen en el clientelismo y en la corrupción. Y finalmente fallece cuando el acceso a la política se circunscribe a unos pocos grupos de élite que cierran el candado de la renovación en cuanto acceden a un puesto de poder. Unido a estos tres elementos, son los medios de comunicación quienes ejercen de enterradores cuando aceptan que los políticos sin mensajes nítidos y con escaso contenido moral accedan a puestos de relevancia porque son cómodos para el sistema y sus principales dominadores.
Las políticas económicas no redistributivas, fundamentadas en sistemas de impuestos indirectos altos y pocos tramos y a la vez bajos en lo que se refiere a impuestos directos, hace que el desarrollo de los servicios sociales se cada vez más difícil por la falta de recursos. La campaña de privatizaciones de empresas públicas adquiridas en masa por las empresas trasnacionales, con ayudas en muchos casos, de gobiernos social demócratas, hacen que la desigualdad a través de conceptos como pobreza energética o la malnutrición infantil estén cada vez más extendidos. Así pues la social democracia, abandona el concepto básico sobre la izquierda, en el cual se da que las personas de esta ideología son infinitamente más sensibles a los temas sociales y termina esta dividiéndose en múltiples grupúsculos políticos.
A pesar de esta superioridad moral, la utilidad práctica de la social democracia está en su capacidad de dar respuesta a las demandas de las clases medias y populares. Sin embargo, cuando se comporta como en los dos puntos anteriores, pierde su espacio central en la sociedad y es adelantada por la izquierda y por la derecha por las personas que buscan desesperada una salida ante un sistema que les oprime hasta ahogarlos. La precariedad laboral se convierte en la forma habitual de acceso y permanencia (con suerte) en el trabajo y y la búsqueda de chivos expiatorios junto con el discurso xenófobo de los medios, lleva al populismo de derechas al gobierno de grandes naciones.
¿Y la social democracia en Euskal herria?
Las distintas sensibilidades existentes ante la lucha contra la injusticia, hace que en Euskal Herria las respuestas a los problemas sean diametralmente opuestas. El PSE, abandona la social democracia para unirse junto al PNV en el mantenimiento del sistema a través de la caridad pública. Abandonados la mayoría de derechos sociales en manos de grandes corporaciones religiosas o de sub contratados y grandes conglomerados gestores de innumerables servicios externalizados, su papel político se fundamenta en la supervivencia de una clase política que no conoce otro empleo. Su falta de planificación ante las necesarias reformas estructurales le ha llevado a que su sistema de primarias sea lo único que pueden aportar ahora mismo como interesante a esta necesaria reforma de la social democracia.
Unidos -Podemos surge como movimiento popular proveniente del comunismo, del socialismo y del anti capitalismo, ideologías todas ellas que abandona pronto para poder alcanzar el poder en Madrid a toda costa y por la vía rápida. Utiliza el sistema mediático para crear continuos contenidos televisivos huérfanos de ideología y más dirigidos a las tertulias que al verdadero fondo de las cuestiones. La ideología no se hereda, se demuestra andando. El miedo al “que dirán en Madrid” no es más que una concepción Jacobina de otra clase de élites: aquellas que no admiten la pluralidad ideológica y la diversidad. Así pues, su utilización interesada de los medios es algo que puede aportar reflexión al debate sobre la reforma, pero puede quedarse en agua de borrajas sino es acompañada de una verdadera apuesta por la pluralidad nacional y los contenidos políticos en general.
Eusko Alkartasuna también se define desde su fundación como partido social demácrata. Han sido importantes sus aportaciones en el campo social como por ejemplo la implantación del curriculum vasco, la RGI, su lucha contra la LTH que creaba de facto tres reinos de taifas y ha impedido el desarrollo interterritorial de una manera más justa y equitativa, las leyes sobre servicios sociales, su incalculable camino hacia el derecho a decidir, trayendo al escenario político ideas como el principio democrático de la corte de Quebec o el respeto a la personalidad propia de Nafarroa e Iparralde.
Sin duda, EA ha sido, es y será un motor en el ámbito de la lucha contra el estado español y la concepción autonomista del resto de partidos vascos. Su aportación a la reforma puede ser decisiva como motor de un núcleo de votantes cercanos a PNV y PSE que se pueden sentir desencantados de su pacto con el PP. Fundamental también que su opción sea dar cobertura y capacidad a la izquierda vasca y que no se decante por volver al regazo de su progenitor o en vez de ser generosa y valiente, se refugie en el envoltorio y no vaya a mejorar el contenido.
Sin embargo, es vital que la social democracia profundice en la participación ciudadana y recupere los valores en torno a los que se movía. Si alguien piensa que la victoria de Macron en Francia es un soplo de aire fresco para los que piden moderación, se equivocan, se trata de la victoria del miedo frente al terror. Se trata de una victoria pírrica en lo moral que resulta tal porque el pueblo francés le ha vuelto a pasar la guillotina a la clase política imperante. Están acostumbrados porque la historia en Francia conduce a la renovación sin cortapisas de las clases gobernantes a lo largo de distintas épocas.
En Euskal Herria también la reforma de la social democracia irá inescrutablemente ligada a la renovación de su clase política. Independientemente de la generación a la que pertenezcan, aquellas personas que llevan media vida viviendo de la política, no serán legitimadas por el pueblo, pues serán vistas como promotoras del atropello social y taxistas del austericidio al que nos han llevado. Si aceptaron el libre mercado que lo hagan también ampliando el reducido mercado de los líderes políticos. Además recuperar un discurso próximo a lo social será fundamental para poder convencer a las personas de que el corazón y la cabeza pueden convivir en una misma opción política.
Es la social democracia como espacio central quién nos acercará en las próximas elecciones a la reforma necesaria de nuestra sociedad, sino serán otros quienes sigan pilotando una nave que apunta a la deriva. Alejémonos de la cartera y devolvamos el poder de reformar al pueblo.