Ibon Cabo 





Kirola, mundua eta jendea 

Julio 03 2017

El ¿Orgullo? En versión bilbaína

Este último fin de semana se ha celebrado en Madrid, en Chueca, el habitual día del orgullo, pero esta vez como capital mundial a través de la manifestación mundial del orgullo LGTB. Una fiesta planetaria donde se ha reivindicado la diversidad sexual para todas las tendencias en el marco de los derechos humanos.

Esta fiesta de dimensiones anti bíblicas, ha tenido la cualidad inigualable de acoger en su celebración principal a Cristina Cifuentes, representante del PP de Madrid y presidenta de la comunidad, así como a Manuela Carmena alcaldesa de la ciudad de Madrid. Unidas en la diversidad, por primera vez la derecha española se une a la izquierda en la reivindicación LGTB. Eso sí, aún no sabemos si lo hace en clave Sancho Panza para mostrarle el camino correcto al descarriado Quijote o de verdad lo hace por convicción. Quizás y solo quizás, en breve veremos “unos pequeños hilitos” de solidaridad conservadora en un ambiente al que como norma de actuación, no han hecho más que ponerle trabas.

Bilbao también ha tenido su propia manifestación y su desfile marinero como no podría ser de otra manera. En una ciudad con vocación atlántica, ante un colectivo luchador y reivindicativo, que tuvo en los Village peoples a un ilustre guardia marina al que todos seguimos con esmero en verbenas, bailes y grandes despedidas, la respuesta de la ciudadanía ha sido ejemplar.

También aquí, en Bilbao, ser libre estuvo más cerca de la contra cultura que del respeto institucional y hoy en día, parece aún que solo los cargos públicos con tendencia sexual diversa participan en este tipo de actos. El jersey de seguridad del macho alfa hetero pesa aún en demasía para vivir con libertad un momento de fantástica complicidad mundial.

Sin embargo Bilbao ya tuvo en tiempos de una, grande y libre, al humor como referente reivindicativo. Comic, lenguaje televisivo alrededor de programas como “la bola de cristal”, contra cultura con el punk y la movida…todo eso fomentaba la libertad sexual mientras Bilbao todavía trasquilaba y duchaba a Punkys en su Aste Nagusi en tiempos del señor Robles…. ¿a esto también llegamos tarde o estábamos luchando por mantenernos aislados del frente judeo masónico?

Hoy en día, es difícil abstraerse de un desarrollo cultural que ha entregado la llave de los secretos a internet y ha eliminado de facto la limitación en el acceso a la información. También pues en clave sexual, la contra cultura, lo que se sitúa en frente del modelo clásico institucional, ayuda a la reivindicación libre y la conquista de espacios de percepción ciudadana.

Reivindicar el uso de la calle se ha vuelto de unos años para aquí, una demanda profundamente dificultosa por las innumerables trabas burocráticas, la privatización subjetiva del espacio público en la cabeza de los vecinos-as (el clásico, esto es así, de toda la vida) y sobre todo, por el miedo a lo diferente, impulsado por los medios de comunicación como fórmula para el mantenimiento del orden social previamente establecido.

Ante esto, los okupas, los Gastetxes y otros elementos de disputa del espacio privado-público y en el fondo, la vuelta a la calle o al espacio urbano en desuso, es un método ideal para reivindicar la libertad de cada uno. La colectividad como forma de lucha, nos lleva, también en el caso del movimiento LGTB, a reivindicar la conquista de la calle como fórmula fundamental de trabajo para una izquierda que ya no reivindica desde el armario.

Así pues, el movimiento LGTB y su lucha van unidos de la mano en la construcción de la calle como lugar de esparcimiento. Reivindicar una determinada tendencia sexual en un día al año, no deja de ser muestra de la falta de normalidad que tiene nuestra sociedad aún en este tema. Bilbao no es una excepción. Nuestro Peter Griffing, particular prefiere centrase en manifiestos, sin explorar con optimismo la óptica de una calle más abierta, más accesible, más participativa, pues no olvidemos que el manual de espacios públicos en su primer borrador, habló con descaro de la limitación de las conductas sexuales en la calle. ¿A cuales se refería?

Así pues, el sexo, la calle y la libertad de expresión son culturas que van indisolublemente unidas a una transformación institucional de las formas clásicas de relación. Ayer el PP de Madrid salió a bailar, mientras el PP Nacional descansaba en Génova. Hace bien poco el ayuntamiento de Bilbao salió a reivindicar a través de un manifiesto mientras omitía la diversidad, cerraba el uso de la calle y seguía sin reformar su reglamento. Quizás cuando la diversidad sexual sea entendida en Bilbao como un elemento integrador más que reivindicativo, las instituciones irán más allá del manifiesto y derribaran todas las barreras que han tendido desde su propia reglamentación.

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