Ibon Cabo 





Kirola, mundua eta jendea 

Archivo de la categoria 'humor politico'

Mayo 28 2018

No somos nada

En los últimos tiempos hemos vivido intensos debates en torno al uso intencionado o no de los juramentos y la palabra. El duelo PNV- resto del mundo en torno a la aprobación del presupuesto del estado en pleno 155, topa con una situación del estado sumamente regresiva en torno a los derechos fundamentales que rigen cualquier orden constitucional, especialmente aquellos que tienen que ver con las libertades como lo hemos visto recientemente en el caso de Catalunya en general o de Evaristo en particular.

Un oxímoron dice Wikipedia (fuente de sabiduría popular inducida) que es una “Figura retórica de pensamiento que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto”. Cuando Jose Antonio Aguirre jura representar en Gernika en el año 1936 fielmente su cargo ante los representantes del pueblo parece toda una contradicción. Lo hace ante idiosincrasias políticas tan opuestas, que pareciera bastante complicado que pudiera cumplir su palabra. Además, no se quedó ahí, sino que lo hizo en pie, en tierra vasca y humilde ante Dios. Es verdad, que estando en inferioridad de condiciones en una contienda civil se puede llegar a comprender. Dios y Patria son dos conceptos que habitan en pueblos distintos, pero que tenían un denominador común entre ambos en aquellos tiempos: la guerra.

Estos principios desde aquel juramento, ya parecían destinados a poner sobre la superficie conceptos divinos y lejanos en vez de concretar a que pensaba destinar tanta humildad. Largas décadas después, con la aprobación del presupuesto estatal, hemos entendido que la humildad divina (otro oxímoron de traca), tenía más que ver con rendir cuentas entre el cielo y la tierra sin pasar por lo que quedaba y queda en el medio, las personas.

Sin duda, algunos dirían, hoy en día, que ha sido la correa de transmisión imprescindible de las necesidades de la gente la aprobación de este presupuesto. Sin embargo, otros pensarían que vuelve la providencia a guiar nuestros destinos. Y algunos simplemente contarían que la humildad se la comió el párroco, el roble o quizás los mismos que montaban las guerras en el 36 y ahora. En cualquier caso, todos-as coinciden, en que en la actualidad ya no existen líneas rojas para los políticos pues los criterios son maleables, coyunturales y sobre todo divinos para los poderes facticos actuales.

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Mayo 21 2018

Filias y Fobias de Pinky y Cerebro en el momento actual


Una buena capa todo lo tapa

Refrán español

La izquierda, histórico o nueva, juega la partida acomplejada ante una derecha española lanzada que explota las contradicciones que emanan del sistema actual. Ante este escenario el desgaste en votos viene provocado por debates superficiales donde la imagen choca contra los verdaderos objetivos de la transparencia o la participación, el control democrático y el reparto de la riqueza a través de la racionalización de la distribución de la propiedad.

En los últimos años a los rojos les ha acostado asumir que tras la caída del muro de Berlín la única alternativa al sistema capitalista es la regeneración democrática del sistema y la reforma radical del capitalismo. En aquellos países donde se ha asumido con naturalidad esto, se ha generado un nuevo espacio ideológico donde el juego de las mayorías no genera miedos y si grandes esperanzas de cambio. Principalmente esto se ha desarrollado en latinoamerica y en los últimos tiempos en Portugal.

Ante este renacimiento cultural de la izquierda, en Europa, la derecha ha recuperado la política del miedo (terrorismo, valores patrióticos exacerbados, ruptura con la libertad de expresión, vuelta al extremismo religioso) para hacer frente a lo que ella considera su única prioridad: el control del sistema para no ver mermadas sus fuentes de ingresos infinitas.

Para ello, el club de BilderBerg, trató de condicionar la capacidad de salto entre clases de las personas que pertenecían a los estratos bajos y medios. Puso en marcha un sistema de crédito fácil y a la vez, dificultó el acceso y la salida del sistema hacia el bienestar global. Por un lado, limitó la capacidad de los jóvenes a acceder a un empleo digno, logrando que cualquier estado a futuro sea mejor que el inicial. Además proporcionó la dependencia orgánica de los bancos a las clases medias, para que vivieran envueltos el vestido del emperador y fuera más difícil entrar que salir. Por último, azuzó a los mayores imponiendo normativas que impidieran el acceso a una pensión digna de aquellos-as que llevaban toda una vida trabajando. Además los partidos conservadores impusieron recortes en educación y sanidad para que el verbo vivir fuera sustituido con rapidez por el de sobrevivir. El sistema había impuesto así el control social sobre el progreso con la esperanza de que el miedo hiciera el resto.

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Marzo 16 2018

Supremacía cultural (II), políticas de expulsión social. Cuando el diferente es parte de la cortina de humo

La supremacía cultura, no puede imponer sin antes ejecutar determinadas políticas de odio y persecución al diferente, al que no representa al prototipo socialmente establecido. Los objetivos con los que nace el nuevo movimiento centralizador estatal, lo hacen mirando hacia un yo confuso, una personalidad de leyenda. Sin embargo, en cuanto a sus políticas externas, las que están enfocadas hacia las personas, ante estos-as lo hace con rotundidad y sin disimulo. Para ello, generan una rumorología ligada a estereotipos culturales excluyentes o mejor dicho, que se utilizan para excluir. Bajo esta premisa, nacen las tres políticas principales de la supremacía cultural. El ciclo es simple: selección de enemigos sobre los que depositar frustraciones personales, falta de libertad para evitar el colapso del sistema ante las protestas, exclusión y afianzamiento de la pobreza.

Odio al inmigrante. El enemigo que vino del sur.

El primer enemigo de la supremacía cultural es la admisión de la existencia de más de una cultura. Para evitar esto, se dotan de la necesidad de encontrar enemigos comunes, fácilmente identificables y que no susciten simpatías. Bajo estos tres puntos, la historia nos demuestra como la extrema derecha y sus medios, en situación siempre de crisis estructurales, enarbolan el factor supremacista racial. A veces de una manera abierta, en otras de una forma en cubierta. En todos los casos la inmigración es el blanco habitual por su sencillez (falta de arraigo, mala situación socio económica, precariedad laboral máxima…) y sobre todo porque puede ser un blanco fácil para las capas autóctonos menos formadas.

Pero el racismo no es un mal actual, sino un mal endémico e histórico de la sociedad, basta con plantearse cuál es el desarrollo vital que han tenido los gitanos como pueblo en la historia de Euskal Herria[1]. Todo se disfraza después con leyes que “protegen” los derechos de la “mayoría” pero que son en realidad políticas de control de flujo de inmigrantes.[2]

Miedo a la libertad de expresión. Frenar la lucha.

Pero las clases medias suelen establecer vínculos de relación con grupos de inmigrantes que realizan trabajos que estás consideran fuera de sus competencias. Asistencia domiciliaria, limpieza, minerías, agricultura…. Campos poblados de inmigrantes, dirigidos en general por familias de clases medias o altas. Para situar fuera del estereotipo supremacista a este tipo de personas, se alienta el choque contra un nuevo enemigo: los anti sistema. Música, anarquía, bellas artes, deportes, poesía…siempre han estado en el objetivo de algunos medios y de aquellos que pretenden controlar la libertad de expresión.

Para ello, generan normativas fundamentas en el miedo, en esa infinita posibilidad de acabar con la tranquilidad del ciudadano de a pie. Y después de ese pavor absurdo, llegan los cambios legales y las leyes y acciones contra la libertad de expresión. En el estado el ejemplo más conocido ha sido la ley mordaza[3] y las últimas sentencias contra músicos-as. Junto a ellos se instruye a las fuerzas de represión para actuar en ámbitos donde el único peligro son ellos mismos.

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Diciembre 22 2017

El traje de la emperatriz

Decía el danés Hans Christian Andersen que hace muchos años hubo un emperador que tenía mucho interés en ir bien vestido, en que su imagen externa fuera lo más llamativa y convincente posible. Así sus sastres le convencieron de que eran capaces de fabricar una tela tan suave y delicada que solo las personas con un sentido más agudizado del arte textil iban a ser capaces de verla. El final del cuento todos lo conocemos: el emperador apareció desnudo por las calles y los ciudadanos rieron la estupidez supina de quién pensaba estar vestido por los dioses y sin embargo, solo estaba embriagado de sí mismo, rodeado de falsos envoltorios.

Ayer los catalanes tuvieron que votar forzosamente a las diversas fuerzas políticas que allí tienen representación. Ante unas elecciones en clave de estado, la respuesta de las personas que residen o están censadas allí también lo fue. La lectura catalana en clave de estado nos deja una imagen, ya casi fija, con dos bloque definidos donde el eje izquierda derecha se diluye en aras de impulsar la república o la monarquía, según el color de la camiseta que se utilice.

Pero el análisis de los resultados no puede desligarse de lo vivido en campaña o más aún, de lo vivido desde el uno de octubre hasta nuestros días. Desde el uno de octubre el eje filosófico principal de los discursos ha sido la referencia continua a lo que es verdad y es mentira. Decía Thomas Fuller “la astucia puede tener vestidos, pero a la verdad le gusta ir desnuda”. La campaña mediática brutal en torno a teóricas falsedades del discurso independentista ha resultado baldía. Las frases sobre el “España nos roba”, aquellas ligadas a la “falsa contabilidad nacionalista” a la incapacidad de “Mejora de las pensiones”[1]; todas estas frases trataban de vestir un discurso en torno a la verdad nacional y a la mentira independentista. Todo este sistema de parches estatales ha quedado oculto bajo la visión desnuda de los votantes independentistas.

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Septiembre 26 2017

Los 100.000 hijos de San Luís atraviesan Foronda

Los conocidos como los “100.000 hijos de San Luís” combatieron en 1823 al servicio de Fernando VII y Francia para restaurar el absolutismo y acabar con la disputa por el trono español y a su vez acabar con el liberalismo. Escribía Benito Pérez Galdos en los episodios nacionales “en los pueblos del norte, la intervención vencía sin batallas, ya antes de que se asomara el morríón del primer francés de la vanguardia, la Constitución estaba humillada” Posteriormente a la restauración en el trono de Fernando VII los consagrados hijos, hicieron guardia absolutista en labores policiales hasta el año 1828, hasta que entendieron que la paz estaba asegurada., aunque los problemas de “seguridad”, continuaron presentes durante toda la primera mitad del siglo. ¿Quizás por esto surgió casi entonces la Guardia Civil?

Parece pues que la tendencia hacia el absolutismo, vivía arraigada en el pueblo vasco, que contemplaba con estupor como la llama de las matxinadas, que luchaban sin desmayo contra la perdida de derechos, se iban apagando. Sin embargo en Pamplona y Donostia la resistencia fue notable y propia de un pueblo que reclama para sí el derecho a pertenecer a la corona que le plazca o a ser libre por sí mismo.

Así pues la pasividad y relajación ante la invasión Francesa no fue tal. En cualquier caso lo que narran las novelas es que el paso por Vitoria Gasteiz fue tranquilo. En el fondo, los 100.000 hijos de San Luís lo que trataban es de mediar entre los nobles absolutistas y los liberales burgueses. No buscaban solución democrática, impropia de un ejército digno del rey sol, sino acuerdos nobiliarios escritos en pagares y en transacciones económicas. Los derechos, que para sí reclamaban los liberales, no entendían de pobres, de escuelas o de hospitales, sino de compartir el poder y la riqueza.

Con el tiempo hubo una cuerdo de confraternización y con federalización entre burgueses y nobles de cuna, llegando a olvidarse de sus riñas. Este trato se selló con fuego en los diversos alzamientos, pronunciamientos y guerras que hubo en los siglos posteriores por todo el viejo reino de España y también en lo que se definió como el bipartidismo.

Los 100.000 hijos de San Luís ya no están con nosotros-as, pero las campas de Vitoria por las que pasaron siguen rebosantes de pasividad. La llama encendida del cambio que guía en la actualidad la ciudad de Pamplona o la siempre revoltosa Bella Easo, tan activa ante el derecho a decidir, llevaron también con tranquilidad y orgullo el cambio al ayuntamiento de la capital alavesa, pero dejaron la pasividad y el “despasito” en las campas de Foronda.

Catalunya vive una situación histórica, pero no vive un apoyo institucional vasco que podría ser clave para la internacionalización de su propio conflicto. Siendo claros, la función de mediación decae desde el momento en que se descubre que el objetivo no es otro que constituir dos estados nuevos, el vasco y el catalán, ya que, no hay mediación posible cuando el conflicto no tiene término medio posible.

Así pues los allí presentes y tras escuchar al manda más, quedan convertidos en los nuevos cien mil hijos de San Luis, obviando que la única mediación posible es el reconocimiento de los derechos de las personas y los pueblos, legítimamente establecidos en sus leyes si estas parten de una verdadera voluntad democrática y no de ocultas aspiraciones absolutistas.

La solución catalana pasa por votar todos aquellos modelos de convivencia que se perciban como tales en Catalunya y el que más votos saque será el que legítimamente pase a gobernar a sus ciudadanos. Todo lo demás es será parte de una nueva novela de naturaleza poética y a estas alturas hace falta más prosa y realidad., que sueños y nuevos ejércitos mediadores.

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Septiembre 06 2017

De Primo de Rivera al uno de octubre, la insoportable levedad del estado español

La historia es cabezota y entre sus líneas se puede observar con nitidez, que algunas ideas que escuchamos de boca de líderes actuales, en realidad, no son sino la repetición de algunas de las viejas ideas que en el pasado llevaron a estar cercanas y amigables, a personas provenientes de dos mundos tan distintos como son el militar y la política.

En 1923 el capitán general de Catalunya, Miguel Primo de Rivera, se sublevó contra el gobierno y el rey aduciendo en un manifiesto que “había que salvar España de los profesionales de la política”. Ya en uno de sus discursos dijo “lo que tenemos que analizar es si la pluralidad legislativa que se quiere poner en marcha, está bien definida en torno a lo que forma la base de la nación española”. El 18 de julio de 1936 el general Francisco Franco decía en su manifiesto para el alzamiento “guerra sin cuartel a los explotadores de la política”. También alegaba ante la “ruptura de España”, la necesidad de defender su unidad. Blas Piñar decía el 25 de febrero de 1981 después del intento de estado en las Cortes “estamos ante la auto destrucción del estado nacional, porque la posibilidad de equilibrio entre la nación española y las nacionalidades es imposible”.

Así pues los políticos como representantes de la soberanía nacional ejercida a través de las urnas, siempre han estado en el punto de mira de algunos-as. En aparente vigilancia por militares y políticos cercanos a la extrema derecha española desde tiempos inmemoriales. Actualmente, responden a una combinación habitual e histórica que siempre ha estado rondando alrededor de lo que en Madrid han definido como “el problema catalán”.

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Mayo 31 2017

El pesimismo solidario

En los últimos días los militantes de Eusko Alkartasuna, hemos recibido a través de diversos medios, mensajes pesimistas en torno a la merma de derechos y facultades que pudiera otorgarnos nuestra presencia en EH Bildu en una nueva estructura. Sin duda, el acento en el dolor se incrementa en función del posicionamiento político que tiene el medio en cuestión, ante el abertzalismo en general y ante el independentismo en concreto. Algo que se puede definir en un simple….a más dependencia de Madrid peor cara. Pero, ¿es justificable este pesimismo?

Sin duda, el trasiego desde la social democracia teórica hasta la práctica, ha estado fundamentado en valores que han definido por sus políticas cuando estuvieron en gobierno referentes históricos como Carlos Garaikoetxea, Manolo Vigo o Rafa Larreina. Todos ellos hicieron transitar a EA por políticas como la implantación de la RGI, el impulso de políticas contra la drogodependencia, la vivienda pública y otros éxitos que han apuntalado sin discusión el estado del bienestar vasco y sus diferencias con respecto al estado español.

Además todos ellos, lucharon como “jabatos” ante intentos de ordenación del territorio ajenos a nuestros intereses, que nos han llevado a una división institucional no fundamentada ni en la historia ni en las preferencias de todos-as los-as vascos. Entre ellas la separación forzada de Nafarroa, la CAV e Iparralde en tres realidades institucionales, la imposición por parte del PNV de la LTH que creaba de facto tres reinos de Taifas en la CAV; la LOAPA y más en clave política, contra la desaparición de los postulados independentistas en el partido mayoritario del nacionalismo tradicional: el PNV. Muertos estos últimos tras el entierro de Ibarretxe y su sequito, y más recientemente tras el pacto PNV-PP-PSE.

EA siempre ha sido un partido construido en clave nacional, ligado a la solidaridad y arriesgado para su tiempo como así lo demostró finalmente con la creación en 2011 de Bildu. Sin embargo cabe recordar también que EA también ha tenido sus miedos. Trasladados por osmosis a una afiliación fiel y leal donde las haya.

El primero de ellos llegó en su nacimiento. Ante la posibilidad de crear un tripartito de izquierdas en la CAV (PSE-EA-EE), la falta de compromiso por parte del PSOE para la transferencia de la seguridad social, privó a la CAV del primer acuerdo de izquierdas de su historia. También el miedo a ser superado por el PNV en la hegemonía abertzale creó una nube de dudas ante lo que hubiera parecido el paso lógico para abordar desde la “pole position” el gobierno de este país.

Más tarde, llegó Ardanza, el fiel lugarteniente de Arzallus y cuando EA y Herri Batasuna empezaron a impulsar mociones pueblo a pueblo en torno al derecho de autodeterminación, Eusko Alkartasuna fue expulsada del gobierno. Por segunda vez el pesimismo ante la valoración que podía hacer el pueblo ante el hecho de pactar con quienes todavía entendían la lucha armada como un medio, llevó a EA fuera del gobierno, devolvió al mismo al PSE y privó a la CAV otra vez de un acuerdo entre solidarios.

Nafarroa no ha sido una excepción. Dos veces han existido pactos entre agentes políticos favorecedores del reparto de la riqueza. La primera la truncó Urralburu y la corrupción. La segunda sigue vigente bajo la amenaza aun, de un estúpido velo mediático y de un profundo egoísmo personal por la búsqueda de un liderazgo en clave interna, nada solidario y poco colectivo.

Después vino Lizarra-Garazi, el mal llamado plan Ibarrtexe y la ilegalización de Batasuna. EA fue el motor ideológico de este plan y sin duda el sustento de un gobierno que miraba con miedo y preocupación ante unos JOBUBIS que ya no se conformaban con ver de Lehendakari a alguien ajeno a los dominios de D. Diego López de Haro. Rompieron el plan acatando las cortes españolas como siglos antes habían hecho los sucesivos señores de Bizkaia, pero esta vez sin viaje de vuelta, sin jura ante el Árbol y si bajo promesas de eternas transferencias escritas un día en un estatuto al que cada vez le amarillean más las hojas.

Después vino la ilegalización. Ante este hecho hubo posturas divergentes en el seno de EA. En algunos ayuntamientos se cogieron las actas de concejal y en otros no. Pero cuando llegó el momento verdaderamente importante, es decir, la convocatoria de elecciones a los parlamentos autonómicos, surgió el concepto de Polo soberanista, acuñado por Unai Ziarreta. Junto a él llegaron las negociaciones para llegar a un acuerdo de mínimos, sin embargo, a juicio del ponente, no parecían preparadas las personas para el cambio estratégico. Volvió el miedo y este unido a un discurso tibio en lo social, más parecido al de otros tiempos que a los que ya se estaban viviendo pueblo a pueblo en el partido, llevó a Aralar al estrellato mediático y a la “nueva izquierda abertzale” a copar la mayoría parlamentaria en ese ámbito. Otra vez el pesimismo a lo solidario parecía imponerse a la lógica adecuación a los tiempos del discurso político.

Cuando todo apuntaba a negro y olvido, llegó la apuesta de Pello Urizar y su ejecutiva por construir desde los cimientos un movimiento con tres objetivos claros: construir una mayoría en torno al derecho a decidir, luchar desde la calle y las instituciones por instaurar la justicia social y los derechos humanos y en tercer lugar, democratizar los procesos de toma de decisiones de los ciudadanos en el ámbito institucional.

Justo en este último punto hubo errores y miedos a partes iguales. Errores como la imposición de algunos modelos que pretendían incrementar ipso facto la tasa de reciclaje y la no adopción del mismo por vías participativas. Aparte de los clásicos errores ya ventilados en los medios afines al constitucionalismo, la cuestión de fondo fue de nuevo el miedo a la democratización en la toma de decisiones.

Y entre diversos pesimismos llegaron las elecciones municipales y forales de 2015. Llegaron los vetos y otra vez la falta de democracia. Y resurgieron los miedos a lo solidario. Volvieron las menciones a hubo tiempos mejores. El ansia de poder demostrada por determinadas personas en algunos pueblos llevó de nuevo a EA otra vez al límite. Pero el viejo reino resurgió para imponer su criterio y pasar del pesimismo al optimismo del cambio, como así fue. Voces relevantes nos llevaron de nuevo a arriesgar y a sacrificar para imponer la lógica política ante las apetencias que nos salían de lo más profundo. Y aquí nace la pregunta clave, ¿Qué garantías tenemos para seguir arriesgando y no caer de nuevo en el pesimismo solidario?

Las garantías son tres: 1) El respeto al camino recorrido en las peores condiciones posibles como fueron las elecciones municipales de 2015. 2) La clarificación del panorama político donde ha quedado nítido y trasparente que el enemigo es el estado español y el rival el PNV. Para vencer a nuestro rival no hay otro camino que contar con EA. 3) La democratización interna siempre favorece al inquilino más próximo a la normalidad. El friquismo y el impulso de minorías sociales entre las clases políticas, ha perdido fuelle ante unas clases medias hartas de ser el pin pan pum de bancos, constructoras y políticos corruptos. Aquí vuelve a surgir la necesidad de una EA fuerte. De una Eh Bildu potente y plural.

Por todo ello EA debe renunciar a su pesimismo solidario histórico. Estamos ante la oportunidad de generar una nueva mayoría social en torno a EH Bildu. En torno a unas nuevas formas de organización política que generarán, con esfuerzo y trabajo, un espacio nítido y claro para EA pero que traerá, por fin, a las clases medias y populares una victoria después de tantas derrotas. No perdamos el tren como en 1987 y no nos anclemos en miedos y fobias que son parte del pasado. Miremos hacia delante y caminemos juntos arriesgando. Hagamos lo que siempre hemos hecho, apostar por el país y el pueblo. Olvidémonos de lo prosaico, valoremos en su justa medida el botín personal, pues está en juego una nueva mayoría social.

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Septiembre 07 2016

Lo que la izquierda española se juega aceptando la inhabilitación de Otegi

La historia política del estado español está llena de épocas donde ejercer libremente la política no fue tarea fácil. Desde mediados del S.XIX, grupos sociales trabajaron en post de la democratización interna, del sufragio universal tanto masculino como femenino, completada en por primera en 1931 con la llegada de la segunda república y retomada tras el genocidio franquista en 1977.

Esta última fase que continua en la actualidad, dejó abiertas heridas importantes en el estricto sentido democrático de la participación social, como han sido, la toma de decisiones, la separación de poderes y el reparto de la riqueza a lo largo y ancho del estado español. Por ello, hoy en día es tan público y notorio como evidente, que los movimientos surgidos en el seno del 15M, lo que reclaman sin tapujos es una soberanía plena en la toma de decisiones por parte de los diversos pueblos que forman parte de este “nuestro” estado. Abordar la recuperación del poder de decisión por parte de las clases bajas y medias es, sin duda, el quid sobre el que gira el actual debate político, independientemente del escaso retroceso que padece el mayor enemigo de la libertad y la igualdad que es el PP y su marca blanca Ciudadanos.

Y si sobre soberanía popular hablamos, el instrumento clave para el control de las decisiones ejecutivas lo ostentan los distintos parlamentos en las distintas estratificaciones s políticas existentes. Y aún más necesario que estos, es un poder judicial que controle que los ciudadanos/as somos regidos por leyes justas y aplicadas en igualdad de condiciones.

El tribunal Constitucional ha rizado el rizo con su “sentencia” (pues ni siquiera es esto en cuanto a la forma de expresión). Ha decidido simplemente “no admitir a analizar el recurso”, pues si lo hiciera y atendiendo a razones jurídicas, tendría que haber definido y hubiera creado jurisprudencia al respecto de la aplicación de condenas accesorias a la principal. Por ello, burlándose de su propia doctrina y del sistema en general, no la admite a trámite dotándose de un claro posicionamiento político y hurtando el debate político a los ciudadanos/as vascos.

El valor de los pronunciamientos del tribunal constitucional en clave política

Aún más importante de lo que se juegan los/as vascos/as, es lo que se juega el estado español. Admitir que un tribunal constitucional puede hurtar el debate jurídico acogiéndose al hecho de que no hubo reclamación por parte de Otegi ante la sentencia impuesta, es admitir que el tribunal constitucional tiene plena soberanía para limitar la participación ciudadana en política y que puede con sus decisiones, obviar su propia doctrina para coartar la democracia en función de la ideología política del “reo” en cuestión. El estado español no se juega si Otegi es o no candidato, se juega el poner a una serie de magistrados con sus decisiones por encima de la propia ley y de su constitución. Cuidado con acoger con júbilo esta sentencia, pues después vendrán otras como admitir con naturalidad la ley mordaza o cerrar medios de comunicación no afines como se realiza en algunos países latinoamericanos a los que tanto se critica en las tertulias públicas.

Admitir que debe ser el pueblo vasco quién diga si Otegi es válido para ser Lehendakari o no y que un tribunal que se supone debe sostener los derechos constitucionales de todos sus ciudadanos/as, siempre debe pronunciarse en cuanto a la defensa de los derechos fundamentales, es parte inherente a un sistema auténticamente democrático y participativo. Con todo esto está mucho más en juego de lo que el común de los mortales se imagina. Esperemos que los árboles no les impidan ver el bosque.

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Julio 18 2016

“El espíritu del 18 de julio sobrevuela Ferraz”

Cuando durante la mal llamada transición española, aquellos/as que pertenecían al denominado “Bunker del régimen”, trataban de frenar desesperados la reforma política e instaurar la monarquía absolutista como recambio “más práctico” al recambio del genocida franquista, se acuño un término, “el espíritu del 18 de julio”, como alusión por parte de los Blas Piñar, ejercito español, incluso en ocasiones, aquellos que fueron refutados miembros de Alianza Popular, a recuperar lo que ellos definían como el momento más importante en la historia de España.

Ese espíritu contra reformista en lo político y fascista en lo democrático, se apodera sin disimulo de la derecha española cada vez que ocupa posiciones de gobierno, atentando directamente contra nuestro pobre sistema democrático y contra la justicia que ejercen los movimientos sociales desde las asociaciones de memoria histórica. Lo hemos visto con la lucha centralizadora y contra el estado del bienestar que han ejercido desde el poder los miembros del Partido Popular lo volveremos a ver si logran forman gobierno para los cuatro próximos años. LOMCE, ley mordaza, ley del aborto… la contrarreforma del estado del bienestar ha llegado y la llave para continuar este camino o cambiarlo la tiene el PSOE en la sede de Ferraz sobre el que vuelve a sobre volar el espíritu del 18 de julio.

Más allá de la formación de gobierno, la reforma constitucional pendiente

El estado español tiene una inexcusable reforma constitucional pendiente que asiente de una vez por todas, el estado del bienestar y limite la capacidad de acción de la derecha española para hacer daño a esta forma de gobierno. España es un estado social y de derecho en su forma de administración y resulta que el primer término, no solo ha desaparecido de los debates en los medios, sino que se atenta contra él sin ningún remilgo desde todas las instituciones a las que accede el PP, con o sin la ayuda de Ciudadanos.

Además hoy también, ese estado que nos venden como prototipo de la defensa de la libertad, Estados Unidos, puede elegir en su vertiente republicana, a Donald Trump como líder del neo liberalismo mundial. Los neocom ya tienen líder y con la ayuda del Brexit no le será difícil hacerse hueco en la política europea, a la espera de lo que pase en España (no olvidemos quienes estuvieron en la foto de las Azores).

Así pues, hoy 18 de julio puede ser un día terrible para la democracia, la lucha contra la desigualdad y para la gestión de un nuevo tiempo político entre los que creemos que las decisiones se deben de tomar entre el Ebro y el Iturri. Sin embargo, es desde Ferraz donde se puede apelar a la historia y no volver a ser parte en negativo de ese infumable espíritu de los contra reformistas que se dedican a bombardear todo lo que tiene que ver con la libertad, la igualdad y la fraternidad. Esperemos que desde Ferraz se acuerde de la no tan lejana historia de su propio estado.

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Mayo 30 2016

Makina-erramintaren biurtekoak BEC eramaten du….aldaketara?

Bi urtean behin BECen egiten den nazioarteko erakusketak, krisia abiatu zenetik, urterik onena eduki du. Industria erakartzeko polo handienari esker, argi txiki bat ikusten omen da egoera ekonomiko kaskar honetan. Hala eta guztiz ere, BECen inguruan, zalantza batzuk daude airean eta oso komenigarria izango litzateke, ahalik eta azkarren, erantzun aproposa ematea.

Makina-erremintaren erakusketak, etorkizunera begira, aldaketa sakonen premia eduki lezake? Erakuskizunaren atzetik politika eraldatzaile egon behar da edo nahikoa da dagoenarekin? Lan duina lortzeko balio izango du aurtengo edizioak?

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