Ibon Cabo 





Kirola, mundua eta jendea 

Archivo de Junio 2019

Junio 27 2019

Pello Urizar y la paradoja de la fuerza irresistible o imparable

Estos días, tras la dimisión de Pello Urizar, se ha destacado desde distintos lugares su innegable contribución a la construcción de una sociedad basada en los derechos humanos. También los diversos dilemas organizativos aún pendientes tanto en el seno de su propio partido como en el de las distintas alianzas electorales a las que pertenecen. A veces para poder analizar el presente, es importante pensar en determinados nudos que se soltaron para tratar de avanzar. Esto nos lleva a un dilema clásico de la filosofía, ¿qué pasa cuando una fuerza irresistible se encuentra con un objeto inamovible? Esta es la ecuación que tuvo que resolver Pello Urizar en el seno de Eusko Alkartasuna en el 2009 a su llegada a la secretaria general. Pero para entender el proceso que había hecho llegar a Eusko Alkartasuna a tal punto político, arrastrada por otras paradojas internas de distintos agentes, es mejor que comencemos por el principio.

Eusko Alkartasuna se funda en 1986 por un desencuentro profundo en cuanto al modelo organizativo de país y los liderazgos y egos existentes en el seno del PNV durante esos años. Xabier Arzallus pretendía crear cuatro sucursales de gestión (las diputaciones, cuatro porque todavía se hablaba con óptica de hegoalde aunque la ley fuera para el Parlamento Vasco) que tendrían plena potestad en bastantes ámbitos cuyo centro político estaba bajo el estatuto de Gernika y por lo tanto bajo el paraguas del parlamento vasco. Además existía un fuerte choque de trenes entre Carlos Garaikoetxea, Lehendakari, y Xabier Arzallus, presidente del PNV. Mientras el primera pensaba en el derecho de autodeterminación como un derecho irrenunciable de la sociedad vasca y el reparto de la riqueza a través de la social democracia como eje vertebrador, el segundo consideraba recogidos los derechos del pueblo en la disposición adicional primera del texto constitucional y el eje democristiano y el republicanismo como fórmulas de desarrollo socio económico. Finalmente, después de múltiples debates se produce la escisión y nace Eusko Alkartasuna. Pello Urizar camina desde las juventudes de EGI (PNV), al nuevo partido. Una enmienda de Mutriku y de las repúblicas bálticas en el congreso inaugural consagra la independencia como objetivo político número uno de EA desde entonces.

En aquellos primero años se intenta configurar un tripartito de izquierdas en la CAV con EE y PSE que fracasa por la negativa de los segundos a trasferir la competencia de la seguridad social. Así el PSE, que ya se había dividido en PSE y PSN, decide por primera vez ir hacia un modelo liberal en vez de configurar una alternativa más próxima a sus ideales políticos. El PNV también se inclina hacia el autonomismo y decide no avanzar por el miedo al ruido de sables (aún cercano en el tiempo) y la multipropiedad en que convertía la LTH en una inmejorable agencia de contratación. Además opta por un modelo de colaboración transversal en lo nacional pero monocolor en la construcción de esa autonomía que ya se fundamentaba en el café para todos. En aquel momento Pello Urizar, ya como miembro de Gazte Abertzaleak, opta por la defensa a ultranza del derecho a decidir y por la construcción en torno a la colaboración con fuerzas abertzales de otros espacios. Muchas personas veían incluso con alivio que no se hubiera firmado el pacto con los socialistas. En aquel momento surge la primera parte de nuestra paradoja: la constitución era un objeto inamovible y el PNV en breve se iba a convertir en una fuerza irresistible tanto para la sociedad vasca como para la farándula y las voces mediáticas madrileñas.

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Junio 25 2019

Niveles de implicación en la gran ciudad

Publicado por iboncabo bajo ciudadania, cultura libre

Los modelos de gestión de las grandes ciudades se han reorientado en el lenguaje político hasta parecer similares en los objetivos. Más allá de la continua reordenación de espacios y la construcción de grandes iconos arquitectónicos, el lenguaje político sienta unas bases que parecen comunes pero que esconden modelos diferentes. Los modelos se fundamentan en etapas separadas que tienen lenguajes diferentes pero que al final se utilizan para deshumanizar los barrios y hacer de la imagen el modus viventis de determinados grupos de presión. Toca replantearse el modelo y generar un nuevo lenguaje.

El primer modelo de ciudad ha sido el basado en las grandes reformas urbanísticas. En la reforma de grandes espacios periféricos normalmente cercanos a ríos o desembocaduras o antiguos espacios industriales en desuso. Estas grandes reformas de la primera década del año dos mil o la última del siglo anterior, se vendían desde el lenguaje de la reforma y se vinculaban al cambio de lo industrial a lo terciario. Lenguaje constructivo para la modernización de ciudades pero también para la precarización de sus habitantes.

“Todos no podemos ser camareros” decía Xabier Arzallus en unas declaraciones a medios. Para sustituir este miedo laboral se utilizaba la imagen de lo moderno. AL respecto iconos fundamentales fueron las reformas de Bilbao o Zaragoza. Si se podía se incluía también eventos internacionales que vía turismo fijaban la vista en el más allá olvidando lo que se quedaba más acá. Así actualmente se habla de la importancia de celebrar la Eurocopa en Bilbao como se hacía en la primera parte del siglo XX para hablar de la importancia de que la mujer fumara con un simple objeto: fomentar el consumo privado. Esta era la primera fase de esta nueva realidad urbana. Así se creaba el etno ciudadano que se sentía profundamente orgulloso de vivir en su ciudad. Lo que algunos hubiéramos definido como el bilbainismo universal adaptado a lo local.

Posteriormente, cuando el modelo constructivo empezó a declinar por falta de recursos públicos, comenzó el desarrollo del modelo de la difusión de la ciudadanía fundamentada en la libertad individual. Ser promotor de cualquier pequeño negocio era un valor lo suficientemente importante como para olvidar que estuviéramos inmersos en una crisis. Además se puso en marcha un modelo de lenguaje urbano universalista que trataba de imponer una ética racional única. Para ello se incluían incluso en el lenguaje algunas cuestiones que empezaban a ser comunes a ambos márgenes políticos (desarrollo sostenible, feminismo, en algún momento el no a la guerra….). La política pasaba a ser un simple objeto de consumo en esta fase. Hoy en día en algunos lugares siguen en ese momento histórico cuando tratan de ocultar la violencia real que sufren las mujeres con la violencia disfrazada (intrafamiliar).

Así la izquierda ante este desdibujamiento de su discurso trató de imponer un modelo atacando de día y de noche a los grandes alcaldes. Situando el objeto de disputa en los barrios que observaban atónicos el desarrollo del centro. Esta enmienda a la totalidad a la sociedad post grandes alcaldes, se olvidó de algo fundamental: la necesidad de generar alianzas políticas entre las clases medias que impulsaran cambios en las distribuciones electorales. Así cuando llegó a trabajar a las grandes ciudades, el malestar ya no estaba en las calles, sino que había vuelto a los hogares y no supo interpretar el ciclo comunicativo con leyes que frenaban la inversión social como la de equilibrio presupuestario o la de endeudamiento. Ante los muros de la derecha, la política comunicativa de esta fue implacable: la izquierda frena el crecimiento y solo la derecha puede atraer la inversión y el empleo. La izquierda cayó en la trampa y volvió al discurso del empleo, de la construcción y el turismo. Las ciudades volvieron a girar a la abstención.

Pero la pregunta que nos dejaron en el aire era si se puede hacer discurso político alternativo y socavar a la vez las bases del modelo neo liberal y post modernista. Asumiendo que la derecha siempre va a tender a reformar y asimilar el lenguaje de la izquierda para dejarle después sin recursos, se debe formar desde el discurso pero con datos en la mano que asuman las demandas ciudadanas y que conviertan en universales algunos dogmas. No es malo que la derecha asuma la necesidad de determinados cambios, pues esto ayuda a las clases medias a superar el miedo al vacío político, pero debe estar orientado a una transformación real.

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Junio 11 2019

Rey en el Norte

Estos días amanecemos con un sinfín de informaciones periodísticas en torno a la conveniencia o no de formalizar alianzas electorales para dar continuidad a la labor municipal, foral, autonómica y estatal. En el caso de País Vasco y Navarra los resultados muestran un eje conservador sólido ante una izquierda que sube pero que no es capaz de tejer alternativas serias. Cabe pues un análisis crítico sobre si ante la centralidad del PNV, existe actualmente una verdadera incapacidad de tejer complicidades entre otros sectores políticos ajenos al marco de gobierno actual para buscar la alternancia política.

La centralidad del voto del PNV en estas tierras es un producto múltiple de la incompetencia de la izquierda para tejer aquí una alternativa real con las clases medias (aquellas que actualmente votan a la izquierda o se quedan en casa ante la falta de ilusión), el beneplácito de la izquierda mediática estatal (cómoda bajo el célebre lema de Calvo Sotelo que prefería una España roja que rota) y el miedo creado por los grandes hitos mediáticos de nuestra gestión en el periodo 2011-2015. Así pues los resultados electorales han situado a la izquierda en unos parámetros suficientes para gobernar, pero la falta de complicidades hace imposible el salirse nadie de los actuales ejes de gobierno. Así pues, vista la situación y los resultados, el PNV se muestra como sólido “Rey en el norte”.

Respecto a los datos concretos, si realizamos una comparativa entre los votos obtenidos para las municipales, forales y europeas entre los grandes partidos, existen algunas fluctuaciones. Los nacionalistas incrementan a nivel municipal y foral su número de votos con respecto a las europeas y los unionistas por el contrario lo hacen, comparativamente hablando, para las elecciones europeas. Así pues, existe un voto que fluctúa en función de la elección. Sin hacer medias aritméticas estamos ante un 3% orientativo que tiende a ser más estatalista para las europeas y más jeltzale para las forales. La abstención también tiene un papel significativo en todo cambio siendo nueve puntos por encima de las elecciones al congreso y unos 5 puntos menores que en las elecciones al parlamento vasco. Así pues, la utilidad del voto también tiene un cierto valor.

En las grandes capitales de Euskal Herria, el voto se distribuye en función del barrio y del distrito y además se realiza una distribución diferente en función de la renta en la calle o barrio. Así pues tanto el urbanismo como la renta son dos factores determinantes también en esta distribución. Todos estos parámetros menos ideologizados son los que hacen incrementar la ventaja del PNV en todos los frentes.

La clase obrera, que ha sido vilipendiada con las últimas reformas laborales, ha perdido su capacidad de movilidad conjunta. Los sindicatos, divididos por fronteras nacionales, han dejado su paso a las reivindicaciones sectoriales como el feminismo y el ecologismo, lo cual ha favorecido también una mayor individualización de la lucha y por consiguiente una aproximación de las clases medias al voto de confort. Los autónomos, los pequeños empresarios y sobre todo el interesado discurso en torno a los impuestos, ha dado un nuevo giro a la moderación del voto que ha llevado a la práctica desaparición del discurso en torno a los impuestos altos como al mejor forma de redistribuir la riqueza.

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