Mayo 28 2018
No somos nada
En los últimos tiempos hemos vivido intensos debates en torno al uso intencionado o no de los juramentos y la palabra. El duelo PNV- resto del mundo en torno a la aprobación del presupuesto del estado en pleno 155, topa con una situación del estado sumamente regresiva en torno a los derechos fundamentales que rigen cualquier orden constitucional, especialmente aquellos que tienen que ver con las libertades como lo hemos visto recientemente en el caso de Catalunya en general o de Evaristo en particular.
Un oxímoron dice Wikipedia (fuente de sabiduría popular inducida) que es una “Figura retórica de pensamiento que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto”. Cuando Jose Antonio Aguirre jura representar en Gernika en el año 1936 fielmente su cargo ante los representantes del pueblo parece toda una contradicción. Lo hace ante idiosincrasias políticas tan opuestas, que pareciera bastante complicado que pudiera cumplir su palabra. Además, no se quedó ahí, sino que lo hizo en pie, en tierra vasca y humilde ante Dios. Es verdad, que estando en inferioridad de condiciones en una contienda civil se puede llegar a comprender. Dios y Patria son dos conceptos que habitan en pueblos distintos, pero que tenían un denominador común entre ambos en aquellos tiempos: la guerra.
Estos principios desde aquel juramento, ya parecían destinados a poner sobre la superficie conceptos divinos y lejanos en vez de concretar a que pensaba destinar tanta humildad. Largas décadas después, con la aprobación del presupuesto estatal, hemos entendido que la humildad divina (otro oxímoron de traca), tenía más que ver con rendir cuentas entre el cielo y la tierra sin pasar por lo que quedaba y queda en el medio, las personas.
Sin duda, algunos dirían, hoy en día, que ha sido la correa de transmisión imprescindible de las necesidades de la gente la aprobación de este presupuesto. Sin embargo, otros pensarían que vuelve la providencia a guiar nuestros destinos. Y algunos simplemente contarían que la humildad se la comió el párroco, el roble o quizás los mismos que montaban las guerras en el 36 y ahora. En cualquier caso, todos-as coinciden, en que en la actualidad ya no existen líneas rojas para los políticos pues los criterios son maleables, coyunturales y sobre todo divinos para los poderes facticos actuales.