Ibon Cabo 





Kirola, mundua eta jendea 

Archivo de Junio 2015

Junio 22 2015

¿Colabora el Athletic con el derecho a decidir?

Ayer fue un día importante para todas aquellas personas que abertzales o no creen que el pueblo vasco tenga derecho a decidir con quién quiere caminar, como o si por el contrario quiere pasear solo. Miles de personas se juntaron en todas las capitales de Euskal Herria con el objetivo de reivindicar en paz este derecho. Para ello se realizaron una serie de actos dentro de un ambiente lúdico que aunque gustó a mucha gente está visto que a algunos como el Correo les causa profundo malestar.

Dentro de la cultura de lo vasco, si hay un embajador es el Euskera y la cultura en general. Además dentro de la cultura está el deporte y el Athletic, un club único que por su filosofía hace que allí donde vayamos sea lo vasco un poquito más conocido y un poquito más reivindicado. Sin embargo, ayer en la celebración de Gure Esku hubo algunos detalles que nos hace pensar si el Athletic ha estado a la altura de las circunstancias. Si bien la participación de jugadores importantes para la historia del club ha sido muy relevante, las trabas a la propia organización han sido más que visibles.

La no utilización del césped para poner las telas (algo que no pasó en otros lugares), el cobro del canon (en Gipuzkoa la DFG se hizo cargo del coste), la deficiente megafonía, los accesos….. Independientemente de la realidad de cada cual y aunque es notoria la vinculación de la junta actual con el derecho a decidir, lo cual no se puede si quiera poner en cuestión, se puede y se debe hacer más. A futuro es algo de lo que todos/as debemos aprender.

Mila esker Txopo, Kortabarria, Eba eta bereziki Arrate!

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Junio 15 2015

En Euskal Herria hace tiempo que creemos en las “Adas”

Existe una máxima, acuñada durante el despotismo ilustrado, en el que los súbditos de los reinos recibían beneficios pero sin tener ninguna capacidad de participar en política. Esta máxima era todo por el pueblo pero sin el pueblo. Así durante algunos siglos las personas eran depositarias de algunas “ventajas” sociales, siempre y cuando estos no chocaran con los intereses de aquellos que manejaban el poder.

Después vinieron las revoluciones populares, las guerras sociales y el miedo a que los diferentes pueblos cayeran al otro lado del telón de acero. Así vino el estado del bienestar como copia imperfecta de los modelos ya imperantes en los países nórdicos, e incluso durante décadas, en algunos anglosajones, antiguos dominios británicos.

Y de repente se fue el caimán. Y entre ruido de sables llegó un reducido estado del bienestar que entre Felipe y Aznar se encargaron de arruinar. Y en el estado español se perdió la esperanza, pues el poderoso caballero D. Dinero se hizo con el suelo, el transporte, los recursos naturales, la banca pública, los medios de comunicación y el discurso de la historia, por lo que la victoria, como diaria Morfeo, parecía inevitable.

Sin embargo en una aldea de irreductibles galos, con idioma ancestral, surgió el penúltimo grupo de insurgentes. Y empezó a acumular representantes en una democracia donde la posesión del escaño parece estar primada por tesoreros carcelarios. Y no entró en el reparto. Y no cerró la persiana de los sueños. Pero se confió, pues pensó tener el monopolio de la razón y en esto como cantábamos de pequeños, “el patio de mi casa es particular, cuando llueve se moja como los demás”.

Y el estado español comenzó otra vez a despertar. Desde Barcelona a Madrid, desde Cádiz a A coruña, el modelo vasco de coalición entre diferentes parecía exportable. Los nuevos del lema traído de Cuatro TV parecían únicos en el ya oligopolio de la razón. Pero el poder nunca desfallece. Aprendió de sus errores e inventó una nueva clase dirigente ciudadana, con la idea de competir con los nuevos maestros de la ilusión. Y los viejos roqueros, que nunca mueren, quisieron volver para hacer de lo nuevo lo antiguo. Y Euskal Herria volvió a ser una isla.

Y entre todos ellos volvió a resurgir el oso vasco. Ese Oso que siempre está allí para cuidar a sus amigos del bosque siempre y cuando al final sea él mismo quién caza y por supuesto, siempre que nunca sea cazado. Lleve o no txapela, tenga o no “lugares de reunión” el os vasco lleva desde el pleistoceno ganando y difícil será sacarlo de su caverna si el rio no está lleno de salmones, pues grasa protectora tiene para dar y tomar en su eterna hibernación.

Y entre tanto abrazo, cántico, relevo y amor forzoso, un grupo de ciudadanos sigue tocando la puerta. Ansiosos de ejercer su derecho a decidir, su derecho a expresarse como pueblo, su derecho a seguir soñando. Ya no sabemos si el oso nos dejará seguir caminando por el bosque en busca de nuestro sueño, pero si sabemos, que como en cada rincón la gente vuelve a soñar, lo más probable es que terminemos convencidos de que los nuevos sueños siguen estando muy alejados de los viejos sueños, por lo menos de los viejos sueños vascos. Y aunque parezca mentira, el día 21 veremos que como dijo Galileo “y sin embargo se mueve” y el pueblo vasco volverá a cantar y a bailar. Y volveremos a creer en las “adas” pero siempre que estás tengan denominación de origen y disfruten de su asiento en el fastuoso San Mames.

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Junio 01 2015

Porque Neymar no entendió nada

A veces en el fútbol se dan situaciones en las que los jugadores quieren posicionarse por encima del bien y del mal y tratan de demostrar ante las cámaras que ellos poseen una especie de halo divino que les hace inalcanzable para los simples mortales.

En muchas ocasiones, paz y convivencia son antónimas de un juego que nació según algunos, como extensión de la propia guerra y según otros, en tiempos donde competir tras un objeto esférico era sinónimo de ascenso social. Cuando los dioses se imponen a los maestros y los niños y niñas admiran perplejos la magia de la habilidad técnica, solo nos queda volver al inicio de la cosas, a los ratones que mueven la rueda de este circo maravilloso: la gente.

Sin gente, sin convivencia, sin fervor, sin amor a una cultura, a unos colores, la magia se convierte en vacio existencial y pasa de divina a mezquina en menos que canta un gallo. Barcelona y Bilbao escribieron una victoriosa oda a la convivencia entre pueblos en el que el fútbol fue tan solo la excusa.

Neymar se quedó lejos de entender la cultura del fútbol vasco, (donde su gesto no está bien visto por el marcador existente en aquel momento), pero se quedó aún más lejos de entender que para estar en el pabellón de los dioses futbolísticos, el cual es sin duda politeísta, basta con jugar bien; pero que este es más bien pequeño si lo comparamos con la menoría colectiva balonpédica de la gente. Neymar, tú viniste del pueblo, recupera la consciencia y vuelve a él.

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AntSig