Diciembre 18 2012
La socialdemocracia en América
América Latina es un continente plural, rico multicultural y sobre todo desigual. El origen común de la disposición política actual no está ligado a su origen étnico, ni a la configuración actual de los estados fruto de sucesivas guerras, dictaduras y pasado común bajo el yugo colonial, sino a la rebeldía de los pueblos indígenas ante la preponderancia de las empresas multinacionales ligadas mayormente a la oligarquía yanqui o a la proveniente de la península ibérica.
Sin embargo, ¿son todos los modelos bolivarianos fruto de una angustiosa situación económica que potencia las desigualdades en América Latina? Sin duda la respuesta es afirmativa. ¿Son iguales los modelos elegidos para la salida de la crisis en los distintos gobiernos y coaliciones políticas? La respuesta es rotundamente no.
En Latinoamérica el modelo preponderante es la social democracia en sus distintas acepciones. Brasil, Uruguay y Chile con un pasado íntimamente ligado a las dictaduras y a las corruptelas de su clase alta, eligieron modelos de colaboración entre diferentes para poder acceder al gobierno y cambiar así un modelo decrepito. Frente amplio de Uruguay, Partido de los trabajadores en Brasil o la unión táctica entre la democracia cristiana y el partido socialista en Chile son ejemplos de modelos de colaboración entre diferentes para un objetivo común. Todos ellos basan su acción política en la repatriación de los recursos propios del país, la lucha contra la pobreza y la exclusión social y en el fomento de su imagen como país solvente para la captación de inversiones en I+D+I para la modernización de sus respectivos países.
En Venezuela, Ecuador y Argentina el modelo es más cercano a la Izquierda institucionalizada con algunos toques populistas. En todos ellos, la llegada al poder ha estado unida a la figura de un líder fuerte con visión de cambio en el país. Sin embargo, aunque el origen es diverso, la acción política se concentra en los mismos puntos. Redistribución de la riqueza, recuperación de los recursos propios y modernización, así como y quizás el punto más importante en cuanto a transformación social, acceso de las minorías no criollas, las clases indígenas, a los cuadros de decisión del estado. Hasta Raúl Castro afirma sin disimulo que su objetivo es acercarse al modelo nórdico de estado solidario, lo que siempre se ha conocido como las socialdemocracias europeas.
Así pues, el hundimiento de la socialdemocracia a nivel europeo no ha venido por la devaluación del sistema Keynesiano de redistribución de la riqueza, sino el plegamiento de los grandes partidos social democráticos estatales a los intereses del neoliberalismo, de la banca y de una comisión europea que nunca debió asumir competencias que corresponden a los diversos pueblos de Europa representados en el consejo de las regiones o en el parlamento europeo. No confundamos pues la crisis moral y ética de algunos con la confluencia entre diferentes para alcanzar un estatus quo independiente, redistributivo económicamente hablando y políticamente fuerte en el mundo.